Texto en recuerdo de las víctimas con géneros y sexualidades diversas durante el holocausto nazi.

Mucho se ha escrito, filmado, divulgado sobre la barbarie nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Miles de historias han visto la luz en forma de libros, películas, documentales, y hoy día es difícil que alguien no tenga una amplia opinión sobre el asunto,sin embargo, cuando hablamos de los nazis y la solución final, todo el mundo asocia el concepto a la exterminación judíos olvidándose de que también hubo otras muchas víctimas que no tuvieron nada que ver con la raza. Hoy queremos contar la historia de un hombre que representa a una comunidad.

Rudolf Brazda nació en Brossen no lejos de Leipzig, el 26 de junio de 1913. De padres checos que habían inmigrado a Alemania,cuando los nazis tomaron el poder tenía 20 años y acababa de descubrir su homosexualidad. En 1937  fue denunciado por el artículo 175 del código penal, al fiscal del estado le contó voluntaria y abiertamente su convivencia con otro hombre y también que no se avergonzaba de ello, lo cual era más que suficiente para que hubiera sido mandado a un campo de concentración, sin embargo Brazda fue condenado a seis meses de cárcel y tras su liberación, al ser extranjero con antecedentes fue expulsado a Checoeslovaquia. Allí conoció a su nueva pareja y se dedicó a la interpretación y a la música durante un tiempo, hasta que la zona fue anexionada por parte de la Alemania nazi y Brazda fue detenido de nuevo, y posteriormente trasladado al campo de concentración de Buchenwald el 8 de agosto de 1942.
 
Aclaramos que en esta época, se consideraba el sexo biológico y no el género, y que todo lo que se saliera de los cánones de heterosexualidad cisexual era erróneamente calificado como “homosexualidad”. Oficialmente no se persiguió a las personas de sexo biológico femenino, ya que en una sociedad tan patriarcal consideraban que una mujer no tenían forma de valerse por sí misma, aunque si que existen informes de detenciones.

Aunque la "homosexualidad de los hombres" ya era ilegal en la Alemania de Weimar,cuando los nazis tomaron el poder intensificaron la persecución de las personas de género y sexualidad diversa. En 1933, estudiantes dirigidos por las SA entraron en el Instituto para la Ciencia Sexual en Berlín, confiscaron la biblioteca, y quemaron más de 12.000 libros y 35.000 imágenes en las calles. Durante los siguientes años, la policía cerró bares, prohibió publicaciones y fue instruida por la Gestapo para que mantuviera listas de personas "homosexuales"  durante sus redadas, destruyendo así cualquier red de apoyo y llevándolos a la clandestinidad. La política del Tercer Reich sobre este tema quedó públicamente definida en un discurso de Adolf Hitler que justificaba la solución final a un problema que consideraba asociado a la competitividad y el rendimiento de la sociedad alemana.



Cuando Brazda llegó a Buchenwald, situado en la ciudad de Weimar, era uno de los campos de concentración más grandes establecidos por los nazis, llegando a tener 110,000 presos. A su llegada, las personas presas por su género o sexualidad eran marcadas con un triángulo rosa en la chaqueta y las condiciones eran especialmente duras para ellos, pues recibían menos comida, más trabajo, una supervisión más estricta que el resto y solían ser el blanco de los crueles ataques y de los abusos sexuales de los guardias. Además a los “homosexuales” no se les permitía entrar en las dependencias médicas, si no era para ser sometidos a inhumanos experimentos médicos que acaban con su vida, por lo que estos presos intentaban ocultar sus dolencias. En los primeros meses, Brazda fue enviado a la mina, un trabajo bastante duro, aunque poco después le fue asignada la enfermería y luego en un cuadrilla de construcción donde las condiciones de trabajo eran considerablemente más fáciles que para el resto. Las personas que no podían trabajar por el agotamiento y la malnutrición iban siendo asesinadas con inyecciones de fenol administradas por el doctor del campo, o eran seleccionadas para su traslado a otros centros donde eran gaseadas. Solamente en Buchenwald fueron asesinadas unas 56.000 personas.



En 1945 cuando las fuerzas americanas se encontraban próximas al campo los alemanes empezaron a evacuar a los prisioneros, alrededor de un tercio murieron de agotamiento en el camino o fueron fusilados por las SS. Brazda fue ayudado por un guardia con el que mantenía una relación de afecto y logró esconderse dentro del campo hasta que el 11 de abril de 1945 soldados de una división del Tercer Ejército estadounidense le liberaron junto a otras 20.000 personas más. Tras la Guerra, Brazda se trasladó a Francia donde rehizo su vida hasta su fallecimiento, a los 97 años, el 3  agosto de 2011.

Hoy recordamos su historia, junto a la de todas las personas que fallecieron en el Holocausto, y su testimonio nos hace darnos cuenta de hasta dónde puede llegar el odio y la intolerancia del ser humano.


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